jueves, 19 de mayo de 2011

Una herencia


Yo nunca había heredado nada, y no es que no se me haya muerto nadie. He perdido a mi padre y a mis abuelos maternos, pero nunca he recibido una herencia.

Hasta el año pasado que se murió mi tía L, hermana de mi padre y venerable maestra nacional a sus ya cumplidos 94 años.

Mi tía L era soltera y entera y vivió toda su vida con otra de mis tías, ML, también soltera y entera y compartiendo con ella el honroso cuerpo del Magisterio.

ML era una buena mujer, muy católica, muy facha pero muy buena persona, que murió en olor de santidad (eso creo yo) allá a principios de los 90 y con ellos casi recién cumplidos.

Mi tía L, en cambio, era diferente. Tenía la mujer su carácter y mal genio, muy mal genio, además de cierta fama de hipócrita y tiralevitas, muy respetuosa con las clases más altas y francamente despectiva con el populacho (válganos para su descripción el simpático detalle que viene a continuación: una de las chicas que la cuidó a lo largo de sus últimos años tuvo la desgracia de ser dominicana y por ende negra. Hete aquí que esta mi tía, en el más puro estilo de ranciedad sureña, no quería salir con ella a pasear, no fuera a ser que la vieran con una negra. Ni a misa iba con la de color, ella que nunca se había perdido una y que llevaba miles de más en la cuenta de su escapulario).

Bueno, pero no por todo esto, dejaba de ser mi tía, la única que me quedaba, hermana de mi padre y lazo directo con el pasado vetusto de mi aldea.

Fue lista, muy lista y dejó un testamento que la hizo ser más elegante y generosa tras su muerte que en vida.

Dividió sus bienes (no tan pingües) en tres partes: una para la sobrina que más caso le hizo siempre. Otra parte para el hijo de una de sus sobrinas que para ella fuera como la hija que nunca tuvo. El último tercio, fue para los siete sobrinos que quedaban vivos.

Aquí debo añadir que mi primo mas joven tiene 20 años más que yo, y los más mayores ya rozan los 85.

Como yo vivo en el exilio, lejos de mi patria querida, fue mi hermano el que se hizo cargo de proteger mis derechos hereditarios. Además de algo de dinero (reparto entre siete, no olvidéis eso), había cosas, un detalle para cada sobrino que ella dejó de su puño y letra. Los siete sobrinos se reunían en casa de mi tía y comenzaron a rebuscar entre sus cosas.

A mí me agració con unos pendientes de perlas y una cruz de mi bisabuela de allá mediado el siglo XIX, y con unos cuadros de otra de mis tías (eran 8 mujeres y mi padre el pequeño) que era pintora ¿? que murió antes de la guerra, de nuestra guerra quiero decir, no la de Cuba.

Además, y en el reparto de mobiliario, mi hermano escogió para mí una fabulosa lámpara de cristal de roca que juro cuando tenga instalada dedicarle un post.

De momento una foto de unos paisajes de principios del siglo XX. ¡¡Mi herencia!!

4 comentarios:

  1. Los pendientes, ¿eran de ella? me llama tanto la atención eso de las joyas que van de generación en generación... la lámpara debe ser preciosa, ¿le tomarás foto?

    saludillos :)

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  2. a mi tambien me gustan las joyas que van de generacion en generacion, y sonará machista pero como con los mantones, creo que deben seguir la linea solo de las mujeres, ya tenemos muchas otras desventajas en esta vida.
    Las has pintado tan bien a tus tías, jajajaja, apuesto a que eran "pelo hueco" como le oí una vez decir a la Castafiore

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  3. Pena, los pendientes y la cruz eran de mi bisabuela. Es un juego, con el estuche y todo. De momento están en casa de mi madre, pero cuando me los traiga, creo que les haré una caja como de exposición, porqué para llevarlos son tremendos.

    Dot... será lo único que herede de la familia de mi padre y por parte materna tendré alguna cosa más. "Pelo hueco" jajaja... cuando mi tía ML se puso enferma, nos enteramos que llevaba una especie de bisoñé para ahuecar el poco pelo que tenia cuando la mirabas de frente.

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  4. Mis padres han fallecido y realmente no creo que herede nada en mi vida, peerooo, mi sobrina sí, esa es otra historia. La primera joya que va a heredar es una medalla y cadena, que mi padre regalo a mi madre, que mi madre me regaló a mi y que yo regalaré a mi sobri.

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