miércoles, 23 de marzo de 2011

Armarios de Hospital


Unos días de hospital, durmiendo en una incómoda silla, con Laquetecuén recién operada pero roncando como una bendita. Todo ha salido bien, ya estamos en casa. Tenía que avisar en el trabajo para coger los 5 días que me correspondían por hospitalización de un familiar en primer grado. Con mi jefecilla ningún problema, solidaria ella con los delfines y conmigo. Pero la Gran Jefa no sabe nada de mi vida, así que tuve una forzosa salida del armario. Laquetecuén no se operaba de apendicitis, ni de una cadera, sino de los bajos y de algo exclusivamente femenino.

A la pregunta de: Y de qué lo operan? La respuesta más sencilla era: del útero. Y tema zanjado. Pero una no es así de ocurrente, así que previamente me expliqué: Mi pareja es una mujer, la operan de….. Eso sí, exprésate en catalán, que no es mi lengua materna (llevo aquí pocos años) y que solo la utilizo para trabajar por que es la lengua vehicular de esta santa casa. Así que vehicularmente me expliqué y la verdad es que se me quitó un pequeño peso de encima.

He vuelto del trabajo y nadie me pregunta nada, sólo las que saben preguntan cómo ha ido. El resto sólo me ha dicho: Qué tal todo? Y yo digo. Todo bien, muchas gracias con esa mi reconfortante sonrisa de agradecimiento (que es sincera, lo juro). Pienso si lo habrán contado, si no me lo preguntan por respeto y porque yo no lo digo. Y sobre todo pienso: ¿por qué cojones no lo digo?

lunes, 7 de marzo de 2011

Que fuera nuestra


Te imaginas que C fuera nuestra?

C es una niña de 15 años, amiga de nuestra sobrina. Juegan juntas al tenis y un sábado las llevamos a un partido. Ya nos partimos de risa con ella. Es la frescura y la naturalidad personificada. Es una niña que cuando la ves con qué claridad te mira, ya te hace sonreír, como ahora, que escribo con la boca de oreja a oreja.

Sé que Laquetecuén hubiera querido tener hijos, yo hace unos años no, y ahora no diría que no con esa rotundidad. Ahora sí que lo hubiéramos hecho, probablemente adoptando. Pero ya somos mayores y yo vivo en un armario que tiene las puertas muy pequeñas. Tenemos unos padres de los que intentamos estar pendientes y que muchas veces se comportan como niños, pero no es lo mismo, claro que no es lo mismo.

De momento tenemos la sonrisa abierta de C., su tenis y sus botas de futbol (porque también juega al futbol la puñetera).

Sí, querida mía, no te das cuenta que desde que me lo has dicho, no hago más que imaginar cómo sería nuestra vida si tuviéramos a C. en casa, si C. fuera nuestra….