lunes, 13 de septiembre de 2010

Oh tempora, oh mores..


Cual encantadora ama de casa, después del breve verano, y con ánimo de llenar la despensa, encaminé mis pasos esta mañana al siemprellenodegente Carrefour. Entro a trabajar a mediodia, así que procuro hacer la compra antes de ir a trabajar, cargo el coche y distraigo alguna mañana.
Hacía cola en la caja cuando me fijé en las dos niñas que tenia delante de mi. Algo hizo que me fijara en ellas, porque yo lo único que miro es lo que compra la gente, pero no veo a las personas, y a ellas las vi.

Se miraron y se besaron, con tanta naturalidad que sonreí a la vez que me iba apenando por dentro... Eran guapas y tan endiabladamente jóvenes, tan naturales, que después de besarse discutieron sobre quién se haría primero los pies. Pensé en mí, en mi juventud, en mis miedos y temores, en que mi familia no sabe nada de mi y mientras mi madre viva no lo sabrán, en que me he acostumbrado a vivir a oscuras, en mi mundo, con laquetecuén. Que llevo algunos años casada y fue una boda sin familia natural. Y ahora, mientras escribo, recuerdo a mi familia elegida que nos acompañó en la boda. Que tengo ya muchos años y que la mujer que me une al pasado, mi madre, no me conoce.

No sé si me gusta la naturalidad o me da miedo