Cada día, cuando llego al trabajo, tengo por costumbre hacer saber a Laquetecuén que ya soy sana y salva en la escena del crimen. Casi siempre le pongo alguna chorradilla o patochada, llámesele como quiera, por Dios, pero una mamarrachada siempre sale de mi teclado hacia su pantalla vía correo corporativo, que compartimos corporación, claro está.
En
fin, que ayer, llego yo toda jaracandosa y alegre, saludo a mis compis y
jefas varias y me siento en mi mesa dispuesta a cubrirme de gloria
trabajando toda la tarde para esta santa casa autonómica y
universitaria. Enfrascada en una ridícula conversación con la compi que
tengo en frente, que ya recogía sus trastos, pues yo llego cuando todas
marchan, enfrascada decía, abro el correo y envío a Laquetecuén un amoroso y escueto mensaje que decía: GUAPA MÍA….
Esta
locuacidad diaria y demostración de amor profundo comprenderéis que me
llene de orgullo y satisfacción, así que contenta como unas castañuelas
comencé a poner al día esas pequeñas cosas que nos manda el divino castigo del trabajo.
Laquetecuén no
se dignaba a contestar mi explícito correo y a mí ya me apretaba el
hambre, así que diligente me encaminé al office ese que tenemos con su
microwave, su combi, y su larga mesa que igual sirve para los desayunos
que para las comidas o las meriendas.
Abrí
mi portaviandas y me dediqué con inusitado entusiasmo a apretarme el
delicioso manjar de régimen que degustamos ya desde hace unos meses.
Comí con deleite y fruición mientras leía mis periódicos y una vez
acabada la más grata tarea de toda la tarde, subí a mi despacho presta a
hacerme un café para después concentrarme en mi trabajo cotidiano.
Vuelvo a abrir el correo y Laquetecuén
sin dar señales de vida, así que torno a escribirle un rutilante
mensaje de amor, cuando de repente observo que la dirección no es la
correcta, así que vuelvo a buscar, pongo la debida y envío.
Y
me quedo con un inquieto malestar, mis ojos y el cursor se van a la
carpeta de enviados, la abro con un gracioso doble click y un poderoso
dolor de cabeza me inunda, sólo le he enviado un correo a Laquetecuén, el segundo. ¿Dónde está pues el primero?
Releo
ávida los correos enviados mientras mi pulso se acelera. Dios!!! Guapa
mía es mi gran jefa, la decana. ¿Cómo yo, humilda mortala me atrevo a enviar un correo tan vulgar a tan excelsa persona…?
Acto
seguido le escribo otro, ahora lengua vehicular, diciéndole que todo es
un error y que lo nuestro no puede ser, que no es ella la destinataria
de mis piropos y que si estamos aún a tiempo, que no abra el correo
anterior, que me perdone y que me inunda la vergüenza.
Pasan
las horas y esa mujer no viene. Qué hago?? Leo más prensa, intento
concentrarme, pero imposible, cuando de pronto, aparece sonriente por mi
puerta. La interrogo, no ha abierto su correo aún, le suplico que borre
los míos, que todo ha sido una confusión. Y me dice que chica, que la
he dejado intrigada y que lo leerá.
Tierra, trágame….
Abochornaíta
viva asomo la patita para despedirme cuando llega mi hora, y dice la
jodía: Oye, que muy bien, eh? (con tono y acento vehicular, como debe
ser).
Casi lloro y la tía partiéndose de risa.
La conclusión del día es que nos fuimos a cenar Laquetecuén y yo disfrutando en una terracita de la parte antigua de un rico blanco verdejo de Rueda del que me habían hablado muy bien: “El perro verde”.
Nada menos que la decana! guapa mía! jajaja
ResponderEliminarNada menos....
Eliminarjajajajajaja me has hecho recordar otro momentazo... si es que yo tengo colección jajajajajaja
ResponderEliminarpues anímete y ve contando, anda
Eliminarjajajajaa, chica, pues la decana quedó encantada, yo que tú repetía todos los días.
ResponderEliminarabochornaica viva estive una temporada
EliminarMira, cuando se me ocurrió lo de los momentos bochornosos, lo primero que pensé fue en ese tuyo, que leí en su día. Recuerdo que estaba en una hora de guardia cuando lo leí y me puse colorá como un tomate. Es genial esa anécdota y con final divertido e inteligente :)
ResponderEliminarAgradecida y emocionada, pero sobre todo, muy avergonzada
Eliminarjajaja, mejor la Decana con su sentido del humor, que al menos la alegraste el dia...muy bueno
ResponderEliminarsaludos
a esa lo que le alefra el dia es trabajar y trabajar
EliminarEs que los ratones los carga el diablo... Y ahi que tener cuidado antes de disparar :-)
ResponderEliminar¡Qué falta de ortografía! ¡Tierra, trágame! (No sé borrar, si es que puedo, mi propio comentario)
EliminarTienes un premio en mi blog. ¿Pasas a recogerlo? Un beso!
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