De vez en cuando nos compramos algún cuadro. No es que tengamos una colección, ni mucho menos, pero tenemos un gusto bastante parecido para la decoración y por tanto para el arte que puede colgar de nuestras paredes.
Naturalmente, nuestra habitación es femenina, y por ello, los cuadros que tenemos son, figurativamente hablando, femeninos, porque los autores pueden ser del género masculino, pero la temática es mujeril.
Así nos ha quedado la cabecera de la cama después de pintar de esta guisa. Lo miramos y nos gusta. Y decimos: “pero que maja ha quedado esta habitación”.
En fin, nos hacemos mayores.