viernes, 20 de enero de 2012

{this moment} me uno


{este momento} - un ritual de Viernes. Una sola foto - sin palabras - la captura de un momento de la semana. Un simple momento especial, extraordinario. Un momento para hacer una pausa, disfrutar y recordar. (Inspirado por Soulemama) 

{this moment} - A Friday ritual. A single photo - no words - capturing a moment from the week. A simple, special, extraordinary moment. A moment I want to pause, savor and remember. (Inspired by Soulemama) si te apetece hacer lo mismo, deja un vínculo a tu entrada en los comentarios.



viernes, 13 de enero de 2012

Esas sanas costumbres


Eso de tener a Madre en casa está trastocando los fondos de nuestras augustas costumbres. No porque nosotras tengamos problemas, imposible. El carácter de Laquetecuén hace que se soslaye cualquier tipo de problema, sino porque el día a día se convierte en algo diferente a lo que teníamos acostumbrado.

El ejemplo más claro es el factor televisión. Laquetecuén y yo tenemos un sinfín de coincidencias en los gustos televisivos, y si no, siempre teníamos a mano la televisión “a la carta”  que nos sacaba de cualquier conato dicusional que hubiera en nuestro living room.

Pero, oh cambio consuetudinario…!!!  Madre ha venido a revolucionar esas pequeñas cosas de la cotidianeidad que provocan en los seres humanos la sensación de bienestar y de hogar-estufa. Se ha apoderado del mando y ha impuesto sus usos y costumbres que miedo me da se trasmitan de generación en generación sin necesidad de ningún sistema de escritura.


Fehaciente es de todo esto que el domingo 1 de enero  por la mañana, ineludiblemente yo me sentara a escuchar el concierto de Viena, (sabedora de que no habría saltos desde Garmish) como he hecho toda mi vida a la espera de Radezsky y sus palmadas, cuando de repente una mano se apodera del diabólico instrumento que descansaba sobre la mesa de centro, zapea alocadamente y se para cuando llega a “Benito y Manolo”. Manos a la obra, después de todo. Y oigo decir:  “Esto es lo que me gusta a mí, que por lo menos me río…”


Y nos reímos, por Manolo y Benito y por no llorar. Por lo menos pudimos pasar la Navidad juntas.




martes, 10 de enero de 2012

El PACO


Creo que nunca he hablado de Paco. Tiene una mirada penetrante siempre pendiente de lo que decimos Laquetecuén y yo, pero nunca nos hace caso y campa por sus fueros según le da la realísima gana. Y Hablando de realeza, cuando lo compramos pagamos por él como si de un pura sangre se tratara, pero sobrepasó los límites percentiles de su raza y tenemos una talla XXL al que le gusta vivir debajo del jamón y que llora como un desconsolado, estornudando y caminando hacia atrás para que le demos su sustento bola a bola y en la boca.

Aprendió a hacer sus montones y sus ríos fuera de casa a base de chuches, imagino que casi como todos ellos, y tiene un reloj que no es biológico sino digno de ser nombrado como un nuevo huso horario. A las 18 horas en punto, independientemente del atraso/adelanto horario,  empieza a mostrar con lloriqueos sus ganas de salir a la calle, palabra por cierto mágica: “calle”, “chuche”, “fuera”, “baja”, “sienta”… y creo que ya no conoce ninguna más, el pobre animalito.

Laquetecuén y yo nunca habíamos tenido animal alguno y éste llegó a casa por avatares que tiene la vida. Primero y último, decimos siempre. Y creo que será verdad y no tendremos otro, que ya sabemos que da mucho cariño, pero ata más de lo que nos gustaría, y como amas responsables que somos, nos gastamos una pasta en guarderías para el chucho siempre que nos vamos de for you.

El escondite
Lo que quería contar es algo que yo nunca había visto, pero es que claro, nuestro exiguo conocimiento no nos permite comparar. Veréis, tenía el bicho una camita que ya estaba asquerosa (roja en sus inicios y ya granatosa a última hora). Así que no hace mucho vi una oferta de camitas de perro, con su colchoncito y todo, y me dije: Hala, a rascarte el bolsillo, y la compré, y la llevé a casa, y me abrieron la puerta Laquetecuén y él, y saqué la camita de la bolsa, y a Dios pongo por testigo que el animal se tiró encima de ella y se puso a llorar y a temblar. Y nos miraba y escondía la cabeza debajo del colchoncito, y seguía temblando.

Nosotras, ignorantes etólogas dedujimos que el perrillo se había puesto nervioso con el regalo.

Animalitos quiere Dios!!!